Gracias al peligroso compañero Arturo Serrano, conocimos a Lea Goldberg, una poetisa israelí que quiso participar del programa 85. Algunos dirán que involuntariamente quiso participar, pero el maestro Nadie supone que las personas que se animan a compartir su voz estarán siempre cantando entre nosotros.
Por otro lado, con respecto a Arturo Serrano, podemos agregar que es poeta amigo compañero necochense y elemento de perpetua zozobra para el maestro Nadie, al punto tal de coordinar un taller de poesía en un neuropsiquiátrico de su ciudad. Esto inquieta al maestro.. porque dice que es él quien debería estar ahi… en el lugar de Arturo o más bien entre los participantes de su taller. Envidia de algún modo la cercanía del mar, la poesía y las instituciones en las que se trabaja con personas a pesar de las instituciones. En ese taller, compartieron hace un tiempo unos poemas de Lea Goldberg, y nosotros, lejos pero ahí también, conocimos a esa poetisa y la leemos hoy acá, para que sus palabras sigan su viaje. Acá, algunos poemas de Lea Goldberg. MUY LEJOS NO ES EL MAR. No es el mar lo que está entre nosotros No es el abismo lo que está entre nosotros No es el tiempo lo que está entre nosotros Es-somos nosotros quienes estamos entre tú y yo EN ESTE DÍA En este día se corta el pan y juntan los frutos en el cesto. En este día vuelven los hijos a casa y las hijas esperan a la puerta. En este día van las nubes al cielo a anunciar la lluvia bendita a la viña y al huerto. Y en la ciudad, a la entrada de los mercados suben los aromas de la manteca y el aceite, brillan las escamas de los pescados, fermenta el vino. ¡Dónde morirás tú, alma mía, en un día así! Día pleno y hermoso, día lleno y sencillo, día de luz ¡Día que es día! ¡Día como todos los demás días! Dónde te echarás a descansar antes que se apague el estrépito. Dónde le dirás adiós antes que calle la muchedumbre. Dónde te irás doliente antes que cese su alegría. Dónde dejarás tu noche eterna antes que beses la primera estrella. LA MUERTE DEL CIELO El cielo ya murió. El árbol agoniza. ¿Quién sabe? Tal vez sea la piedra la única que viva. Sólo queda saber si no la matarán con toneladas de caminos en los barrios nuevos. Quién habrá de creer que tuvimos un nombre grabado en el cielo, tallado en la madera y en el centro de la piedra; y que respiramos y agonizamos en una ciudad así. Entonces ¿qué? Desde hace tiempo nadie me espera allá. Y si no existe el mar, ¿qué naves partirán? La senda breve, la compañía escasa… Entonces, ¿qué? Una semana, un mes, un año más. Una vez muerta, el mundo seguirá. Quién amará a quién y alguien odiará. La senda breve, la cuenta impaga. Entonces, ¿qué? ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Un año más? Cae el rocío y la noche se congela en mi cara. En el próximo cruce idénticos caminos. Despertaré mañana y cuando abra mis ojos… ¡Dios! ¡Una semana, un mes, un año más…!